Con la bajada de las temperaturas se reactiva la
presencia de los virus de predominio invernal, entre ellos el de la gripe (vamos mejor). De
hecho la culpa de que la transmisión de algunos de esos virus sea mayor en los
meses fríos no es de los microorganismos, sino nuestra. Las bajas temperaturas
hacen que busquemos un hacinamiento involuntario en lugares cálidos, que
ventilemos menos los espacios que habitamos, que estemos menos horas al aire
libre y, en definitiva, que facilitemos la transmisión de esas enfermedades de
uno a otro. Cien personas tosiendo y estornudando en el interior de un centro
comercial son mucho más peligrosas (para la salud de los que las rodean) que
esas mismas personas en un medio abierto, como puede ser un campo de fútbol.
Pero ¿debemos ser capaces de distinguir entre la gripe,
un catarro de vías altas y/o cualquier otro virus que produzca fiebre en la
época hibernal? Como paciente rotundamente no. La clínica de cualquiera de esos
procesos se solapa con facilidad, el manejo o tratamiento es el mismo, las
medidas de precaución para evitar su diseminación son superponibles y ninguna
de ellas necesita de antibióticos para ser curada. Como profesional -en mi caso
pediatra-, salvo para estudios epidemiológicos y en aquellos casos en que la enfermedad
aparezca en pacientes de riesgo, tampoco tendrá demasiada trascendencia saber exactamente
de qué proceso estamos hablando.
¿Entonces? Fíjate en la infografía los consejos son los
mismos para todas ellas:
- Aumentar las medidas de prevención para evitar su diseminación.
- Controlar el estado general, que nos servirá de indicador del transcurso de la enfermedad.
- Atenuar la fiebre para favorecer una enfermedad más confortable
¡Ah! sí, la música:
The Steel Wheels - Winter Is Coming